Bárbara Traver: Identidad metafórica en Femgrafia
Mi trabajo profundiza la intimidad y la identidad desde una narrativa metafórica con numerosas referencias artísticas y filosóficas sobre el ser humano. Para mi, la creación en relación con lo cotidiano y a través del individuo con su entorno es como un espejismo que se revela de forma sutil y sugerente. — Bárbara Traver
KG: Hola Bárbara, gracias por dejarme entrevistarte. Podrías platicarme un poco más de ti. ¿Cuál es tu formación en fotografía? ¿Tienes otras actividades o formación académica que haya influenciado en tu práctica fotográfica?
BT: Empecé a estudiar fotografía tarde, a la edad de 23 años. Aunque por otro lado, me alegra que fuese más tarde que temprano. Creo que si hubiese estudiado con 18 años, no le daría la importancia ni la madurez tras una imagen. Tampoco habría estudiado animación sociocultural, que es básicamente la inserción social de comunidades y personas que no son aceptadas socialmente. La cultura tiene un peso muy importante en la animación sociocultural, y me ha ayudado a adaptarlo también a muchos trabajos fotográficos que he ido realizando. Pero para mí esto también fue una sorpresa, ya que cuando empecé a estudiar lo hice con la intención de aprender sólo técnica. Lo que no me esperaba era la capacidad de expresión y narrativa visual que puede caber en una imagen.
Más tarde gané la beca para estudiar el máster en la misma escuela que estudié, en Espai dart fotogràfoc, sobre pensamiento crítico y filosofía en el desarrollo de proyectos. También gracias a varias becas como la de Art Photo Bcn o la beca de Albarracín del Seminario de Fotografía y Periodismo he podido formarme en fotografía documental o hacer el curso de estrategías con Javier Vallhonrat en EFTI.
KG: ¿Por qué fotografía? ¿Cómo fueron tus primeros acercamientos?
BT: Me lo llevo preguntando muchos años. Mi madre desde bien pequeña me contaba todas las biografías de pintores y pintoras, así que me fascinaba todo lo que se escondía detrás de una pintura, pero nunca se me ha dado bien ni he tenido especial interés por ello. Siempre cuento que yo quería ser criminóloga, y es cierto que siempre se me han dado bien los rompecabezas, pero por otro lado era muy impaciente, así que habría sido una horrible investigadora (o muy buena por resolver casos inmediatos, pero nunca lo sabremos). Así que supongo que la fotografía además de inmediatez me ayuda a encontrar la narrativa para resolver conflictos personales y me atrevo a decir que incluso universales. ¿Quién sale ileso de la vida?
© Bárbara Traver
KG: En tu serie, Te quiere, mamá haces una exploración entre la relación madre-hija desde un aspecto muy personal ¿cómo has desarrollado estas imágenes?
BT: Este trabajo, además de ser el más personal y el que más cariño tengo, fue un punto de inflexión a la hora de trabajar. La fotografía me ha ayudado a desarrollar la memoria espacial, que esto también tiene que ver mucho con lo que comentaba anteriormente, es decir, al ser alguien impaciente lo construía todo en mi cabeza para cuando quisiera conseguir la luz o la imagen transmitida, fuese rápido. En cambio, en este trabajo fue todo lo contrario. Aquí salvo una o dos imágenes, todas están realizadas en el mismo momento que trabajaba con mi madre. No había una sola imagen en mi cabeza, no tenía una estética ni narrativa, por lo que la mayoría de las fotografías fueron realizadas después de cada conversación que tenía con ella, a veces entre medias, otras antes… Todo el desarrollo fue mientras estuvimos trabajando juntas. Podría decir que fue performativo e incluso un ensayo personal que a medida que una escribe, va sacando conclusiones. En este caso fotografiando.
© Bárbara Traver
KG: Tus imágenes emergen principalmente desde la intimidad y la identidad, deviniendo en metáforas y narrativas conceptuales, ¿cuáles podrían ser tus recursos y procesos más habituales en el desarrollo de tu obra?
BT: Va a sonar muy contradictorio, pero la paciencia es uno de mis mejores recursos. La fotografía es una herramienta que me da la inmediatez de lo que busco, sí, pero me ayuda a desarrollar ideas, conceptos, a preguntarme y cuestionarme. Muchas imágenes las dejo a un lado y vuelvo con el tiempo a mirarlas, a tener un ojo más crítico, porque también soy una persona muy crítica y autoexigente conmigo misma — es necesario a veces alejarse. Por otro lado, cuando ya estoy lo suficientemente alejada, me hago preguntas sobre esa imagen. A qué huele, qué emoción me da, me fijo en un punto que me inquieta y de ahí se va desarrollando otras cuestiones… Esto puede ser un problema si no sabes cuándo parar porque te puedes desviar de lo que quieres contar. Pero volviendo al principio, la paciencia me ha ayudado muchísimo ya que en el tiempo que espero una luz o que observo como una planta nace, me hago preguntas que procuro apuntar en mi diario. A veces ni fotografío esos momentos. Yo las llamo las fotografías que nunca hice.
KG: En tu serie, Disección el recurso del retrato es el protagonista ¿podrías contarme más de estas imágenes?
BT: Cuando empecé a hacer este trabajo había pasado ya un año desde que empecé a tener depresión, y hay un sentido superior que es reconocer a los que han pasado por una o están en un proceso de su vida en el que tienen algo guardado. Lo sabes por su mirada y sobre todo, les reconoces por su manera de andar. Somos como zombies deambulando por la ciudad sin un destino fijo. Y es que también hay una necesidad imperiosa de sentir el calor de una persona sin mediar palabra, por lo que empecé por personas cercanas a mí que habían pasado una depresión o estaban en ese estado ausente de su vida. Más tarde eran personas que no conocía muy bien, pero sentí una conexión muy grande. Tardaba poco en reconocerme en ellos. Y al cabo de los meses me atreví a hablar con desconocidos. No era difícil, ya que te paras más a observar lo que de otra manera no serías capaz. La sensibilidad está a flor de piel, por lo que hace la comunicación más asertiva. A estas personas, antes de retratarlos, les invitaba a conversar. Por aquel entonces vivía en un ático en Valencia donde tenía mi propio estudio casero, así que les invitaba a venir. De todas las personas, no hubo nadie que me dijese que no. Siempre aparecían. Conversábamos, a veces 5 minutos y otras estábamos toda la tarde, dependiendo de la otra persona. Luego les sentaba y estábamos horas en silencio.
Al final lo que quería conseguir es que la persona se diese el permiso de estar consigo misma, como una especie de catarsis, y por otro lado, yo me encontraba en estos retratos. Reconocía cada movimiento. Lo sabía. Como también sabía cuando ya habíamos terminado la sesión. Y así nace esta serie, una manera de diseccionar las emociones del otro para reconocerme en ellos y sentirme menos sola en el proceso qué conlleva una depresión.
© Bárbara Traver
KG: Los desplazamientos vistos en Los no lugares, que van desde mostrar el tiempo-espacio y la conjugación con el cuerpo pueden dar una reflexión profunda, en torno a los conceptos de ‘transitar’ ‘habitar’ ¿qué te inspiró a realizar esta serie?
BT: Por un lado, encontrarme en todas las casas que he vivido y por otro lado, la pertenencia de un lugar. Nunca me he sentido de ningún lugar. Sé lo que me hace estar a gusto en una ciudad o en un pueblo en las montañas, pero nunca he sentido la fuerza de decir de dónde soy. He nacido en Madrid, sí, pero a los 9 años me mudé a Inglaterra, luego viví unos meses en Madrid, otros dos años en Vinaròs, y después de eso, cada año en lugares distintos de España. Los espacios al final se hicieron más pequeños y en vez de un año, empezaron a ser meses. Al final se hace insostenible, y cuando empecé a estudiar fotografía fue cuando me paré. Por primera vez estuve más de un año viviendo en un lugar.
Siempre me he preguntado qué se siente al pertenecer a un sitio, esa voz imperiosa que te hace sentirte orgullosa, ya sabes, el decir soy de. Sentía que una parte de mí no tenía nombre, no existía. No hay un arraigo al que me haga volver cuando estoy pérdida. Así que empecé a hacer este trabajo desde un sentido de explorar mis recuerdos y encontrar en ese puzzle un significado para mí. Volví a las casas donde viví, a mis habitaciones, a las de mis padres… No reconocía nada de aquellos lugares, sólo mi cuerpo. Y muchas sensaciones que fui fotografiando de manera metafórica.
© Bárbara Traver
KG: ¿Habría algo más en la fotografía que te gustaría explorar?
BT: Muchísimas cosas. Quiero aprender más técnica, aunque no encuentro nunca el tiempo. Voy a trompicones. Ahora estoy en un proceso en el que quiero realizar todo lo que he rechazado siempre. Por ejemplo, el blanco y negro. Y vuelvo un poco a mi adolescencia, porque de ahí nace todo, ¿sabes? en ese periodo de tu vida es donde empiezas a explorar lo que te gusta y lo que no. Por supuesto vamos cambiando, por lo cual mucho mejor, porque hay cierta madurez de la que eres capaz de mirar con distancia. Por ejemplo, otras de las cosas que me llevan a ese periodo de mi vida, son los vídeos. Fueron muchos años viendo cine francés. Y por último el NFT. Aunque a veces me siento muy clásica, hay una parte de mí que apoya todo lo nuevo por venir. Creo que los avances tecnológicos son buenos para la creación. También soy crítica con la tecnología, pero a lo que me refiero es que hay que dejar espacio para la sorpresa. Sentirse curioso por lo nuevo porque de ahí nacen nuevas ideas.
© Bárbara Traver
KG: ¿Te gustaría compartir acerca de lo que estás trabajando actualmente?
BT: Tengo varios trabajos a la vez pero sin un tiempo límite de tiempo. Con la depresión me hice muy meticulosa con la organización, ya que me ayudaba a poner orden a mi cabeza, pero aquello desató en mí varias ansiedades si no llegaba a tiempo, y en esta etapa de mi vida hay ciertos temas que me llevan persiguiendo tiempo. Por ejemplo, desde hace casi un año que me inquieta la relación con mi padre y como él se relaciona con mi madre y con el mundo. Es un trabajo lento porque no tengo claro cómo quiero hacerlo, pero tengo ya varias fotografías que me están dando las respuestas y cómo quiero enfocarlo. Empezar a trabajar de esta manera me ha ayudado a no obsesionarme, a fluir y a dejarme sorprender. Me siento como una bebé que sigue las luces sin pestañear, sorprendida de un nuevo acontecimiento. Y quién sabe, puede que esto último que acabo de mencionar, sea un nuevo proyecto.
© Bárbara Traver
Acerca de Bárbara
Bárbara Traver (1992) es una fotógrafa especializada en retrato y fotografía contemporánea con base en Londres. Ha expuesto su obra en galerías y ferias como el CC Pati Llimona (Barcelona), la Galería Theredoom (Madrid) o la Sala Marqués de González Quiros (Gandía); y ha participado en festivales y seminarios como el de fotoperiodismo de Albarracín, PhotoAlicante, Encuentros fotográficos Gijón, Fiebre, Utopia Markets o Cultur3 Club. En los últimos años ha recibido la beca EFTI (2018), la beca Cultur3 Club Art Fair (2018), la beca VEGAP (2021) para seguir trabajando en su proyecto “, te quiere, mamá”, y más recientemente ha sido finalista en los premios de fotolibros Athens Photo Festival (2022) y Star Photobook Award con su fotolibro “, te quiere, mamá”.
Conoce más del trabajo de Bárbara en sus redes sociales Instagram(@barbaratraver_), página web y patreon.
ENTREVISTA RECOGIDA DE LA PÁGINA DE FEMGRAFIA. VERLA ENTERA AQUÍ.